Después de una hora, Esmoris investigó el mercado y descubrió que era algo que no se hacía en Argentina. Se dedicó a crearlo y llamó a la esposa de su padre, Andrea Davidova, química industrial. El resultado tiene impacto local y global: la resina Yumba ha sido reconocida por la sociedad valoración de las exportaciones y debe Estados Unidos, Japón y Corea como un importante destino de exportación. «En Europa, cooperamos con un distribuidor muy importante. Desde el año pasado, también hemos ido ampliando la red en Latinoamérica, principalmente en Brasil, México y Chile”, dice Esmoris, quien eligió el nombre de su pasión por la música para evocar el tango de 1946 de Osvaldo Pugliese, “el sonido de una nueva era en Argentina”, explica el sitio web de la compañía.
El evento Namm Show al que asistirá es un festival anual que se lleva a cabo en California durante más de 100 años. Esmoris dice que este podría ser un paso preliminar para un nuevo mercado: llegar a china. Desde el año pasado, Yumba se unió a Maleza, una cooperativa de cosméticos de mujeres. Nacida en la Villa 20 del barrio Lugano de Buenos Aires, hoy cuenta con 46 empleados y fábrica propia. “Producimos con ellos y combinamos los procesos de pedido y logística”, dice el empresario, quien también trabaja en Bahía Blanca con dos diseñadores y un contador.
“En nuestro caso, la pandemia duró un año y medio. Este negocio tuvo que ser sostenido con mucho esfuerzo y alguna ayuda del gobierno como préstamos repro y tasa cero. Una vez superada la parálisis, reapareció la demanda y se triplicó”, describe Esmoris los efectos del coronavirus en su actividad. Entonces, el problema era descubrir cómo lidiar con el crecimiento y cómo aumentar los niveles de producción. Así se formó la asociación con Maleza, un equipo que Esmoris conoció mientras escuchaba un programa de radio. “Decidí contactarlos porque me parecía que nuestros proyectos tenían mucho en común. En la primera reunión que tuvimos usando zoom para conocernos, una de las chicas sugirió que allí se podrían hacer resinas. No dudé ni un segundo en decirles que sí», dice Esmoris.
A los pocos días decidió desmantelar la fábrica de Bahía Blanca el trasladar todo a Villa Lugano, donde Maleza fabrica todos sus productos. “Llevamos seis meses trabajando juntos y hemos producido más de 3.000 resinas”, cuenta el empresario y músico. “Esta articulación es muy importante porque yo me siento así. Yumba aporta valor a la economía social, pero al mismo tiempo la cooperativa mejora la calidad del producto y agiliza los procesos productivos. Ambos proyectos se refuerzan y crecen juntos”, asegura.
Actualmente, el 90 por ciento de la producción de Yumba se exporta porque, al no estar destinada al consumo masivo, el mercado interno es demasiado pequeño para sostener el negocio. Cada mes se producen entre 500 y 1000 resinas que pueden tener como destino Australia, Estados Unidos de América, Noruega, Suiza, Portugal y Taiwán, entre otros. “Tenemos la calidad, la creatividad y los mejores futbolistas para competir internacionalmente. Competimos con muchas marcas que se fabrican en los países a los que exportamos. A veces los productos se fabrican en Argentina pero no se exportan. Por eso, me parece importante que las políticas públicas profundicen en ese sentido”, argumenta Esmoris, enfatizando el papel del Estado en el crecimiento de su sociedad.
Las resinas que producen están diseñadas para evitar daños en las cuerdas de diversos instrumentos como contrabajos, violines y violas o violonchelos. La materia prima de la que está hecho es la colofonia y es resina de pino. “Se recolecta una gran cantidad y se hace un proceso en el que se separa la sustancia sólida de la líquida”, explica el empresario el procedimiento para llegar al empaque final que sale al mundo.
Sin embargo, las propiedades de cada herramienta son diferentes. Por ello, elabora diferentes líneas que responden a las necesidades de cada objeto musical, aunque todas son de origen vegetal, «con especial atención a no dañar ni decolorar las cerdas del arco», según recoge la web de Yumba, hit de la década de 1940
“El tango decaía, era pesado y triste. Yumba con su distintivo estampado te hace feliz y baila. En ese sentido, acompaña a la clase obrera, característica del momento, que llenaba los clubes y milongas los fines de semana para bailar la nueva música después de la jornada laboral”, explica Esmoris para explicar el origen y también la conexión con el nombre de la compañía. . que hoy Distribuye el producto nacional en más de 20 países.