5 de Abril de 1959
(Ante el plan de austeridad gubernamental,
impulsado a partir de junio con la llegada del capitán Ing. Alvaro Alzogaray al
Ministerio de Economía y Trabajo)
“La Federación de Luz y Fuerza afirmó públicamente que no apoya el plan de austeridad. La circunstancia determinante de esa actitud de los trabajadores de la energía eléctrica está dada principalmente por la no participación de la clase trabajadora en este estudio o en este proceso por el cual se quiere sacar al país de una crisis que evidentemente, todos conocemos y que es real y de la que debemos salir.
Pero la Federación de Luz y Fuerza sostiene que la aplicación del plan de estabilidad y desarrollo no va a concretar los resultados a que aspira el pueblo argentino. No los va a concretar porque está diseñado bajo procedimientos y con estructuras ya totalmente superadas.
La libre empresa, la competencia, el sistema libre cambista, tuvieron su éxito y fueron necesarios para la destrucción del régimen corporativo que frenaba las fuerzas productivas. Pero con posterioridad la concentración de los capitales originó la creación de grandes masas proletarias que han padecido hambre a través de decenas de años.
Quien haya leído el libro de Josué de Castro, miembro de las Naciones Unidas, podrá comprobar que evidentemente el sistema de la libre empresa, tan mentado en la actualidad, no ha dado los resultados apetecidos para lograr un bienestar colectivo.
Probablemente engendró en ciertos sectores de la población un gran bienestar, una capacidad económica que le permitió incluso derrochar o dilapidar el fruto del esfuerzo colectivo y, con ello, mantener en un estado de carencia económica a la inmensa mayoría de la población.
La Federación de Luz y Fuerza compartía los lineamientos económicos expuestos en su campaña electoral por el doctor Frondizi. Los compartía como los compartía la inmensa mayoría del pueblo argentino, porque creía que era la verdadera, la real salida del problema que afronta el país.
Lamentablemente, aquellas mismas soluciones que sirvieron para criticar un proceso un poco menos intenso que éste, hoy tienen que ser usadas por los trabajadores en contra de quienes las propiciaron en su oportunidad.
Es lógico que exista la crisis y es lógico que haya que salir de ella a través de una mayor producción de bienes. Pero esa mayor producción de bienes tiene que lograr un mercado adquisitivo capaz como para absorberlos, y el plan de austeridad no propicia la creación de un mercado de suficiente poder adquisitivo como para absorber todas las creaciones de tipo económico que se postulan a diario.
Históricamente sostenemos nosotros, con la cordialidad del debate que lógicamente creemos que debe hacerse, ningún país de tipo subdesarrollado como el nuestro ha salido de una crisis con los métodos con los cuales se va a aplicar aquí.
En el caso de Brasil, por ejemplo, tenemos nosotros, a través de las noticias de los diarios, la organización de marchas de hambre de los trabajadores, de gente que está bajando del norte del país para hacer desfiles en la capital, reclamando un pedazo de pan.
Tenemos otro caso histórico, el de Bolivia, en que se aplicó un plan en 1953, y que en definitiva, miembros del cuerpo diplomático dicen que la única solución para el problema de la crisis boliviana es la repartición de ese país entre los países limítrofes. Por ello nosotros creemos que no va haber ninguna solución de tipo económico que satisfaga las necesidades colectivas de todo el pueblo argentino, si en esa solución no intervienen directamente los trabajadores.
El artículo 14 bis de la Constitución Nacional prevé el control —nosotros lo sostenemos abiertamente— popular sobre la libre empresa, porque esa va a ser la única forma en que las inversiones de los capitales van a tener un sentido netamente e integralmente social, y no como sucede en la mayoría de los casos, que tienen un sentido de lucro privado.
El artículo 14 bis de la Constitución Nacional dice que los trabajadores tienen derecho a analizar los costos de producción de las empresas. A eso los trabajadores no han podido llegar. Ha habido frenos de toda naturaleza, y en la actualidad tampoco pueden llegar a conocer el valor real que introduce el empresario dentro de los artículos de consumo, porque aunque tengan la facultad legal que prescribe la Constitución Nacional, físicamente el Estado no lo permite, incluso la patronal no permite que puedan acercarse a esa fuente de conocimiento para en definitiva decir si este plan se puede encarar de esta forma o de otra manera.
Se nos ha creado un plan totalmente antagónico con lo que se planteaba en su oportunidad. Y ese plan nosotros nos atrevemos a asegurar que no va a dar resultado. Hay una profunda intranquilidad social, totalmente justificada. Yo disiento con el señor que expresaba que acá hay un poco de dramaticidad creada artificialmente; no, acá hay una dramaticidad real, evidente, palpable. La clase trabajadora no es amiga de la gimnasia revolucionaria y no es amiga de la huelga, porque nadie puede vivir sin trabajar. Lo que sí, la clase trabajadora lucha para que la crisis que tiene el país no sea echada única y exclusivamente sobre sus espaldas.
El doctor (Shaw) decía que dentro del salario del trabajador debía haber una parte para el consumo y otra parte para la inversión o la reinversión.
Podríamos estar de acuerdo, pero eso es teórico, pues resulta que el trabajador no tiene en la actualidad el salario suficiente como para satisfacer sus más elementales necesidades.
En el mes de Mayo de 1958, el análisis del presupuesto básico para la familia tipo de un trabajador, oficial, con diez años de antigüedad significaba un salario de 4.698 pesos moneda nacional. Con eso el trabajador sólo se satisfacía en el aspecto alimentario dentro de lo que corresponde. Nuestra aseveración estaba avalada por la Dirección de Estadística, sobre cuyo nivel hemos tomado la relación que vamos a hacer al presente, y sobre el Instituto de la Nutrición, que suministró los datos para que un trabajador pueda estar suficientemente alimentado y desarrollar su fuerza productiva corno debe hacerlo, incluso desarrollar su personalidad en los demás planos: cultural, filosófico, artístico, deportivo, etcétera.
La clase trabajadora, atenta a esa situación, requiere, exige, lucha todos los días para poder, no lograr un aumento de salarios, porque, se confunde lo que es un aumento de salarios con lo que es una revaluación de salarios. Y tenemos el ejemplo que cabe citar que se le revaluó el activo. A distintas empresas se va a seguir el mismo procedimiento; pero los trabajadores no tienen, no se les revalúa su activo, que es el más elemental, que es el combustible de la fuerza de trabajo que va a crear los bienes de consumo. Ellos no tienen derecho a revaluar sus capitales, lo que evidencia, en una primera fase bastante elocuente, que el período de crisis, o el esfuerzo para superar esta crisis, está totalmente sostenido por la clase trabajadora.
Volviendo al instante dramático en que viven nuestras organizaciones creemos también que no se puede propiciar ni se va a poder ejecutar bajo ningún punto de vista un plan de austeridad y estabilización con métodos represivos de la naturaleza de los que se están aplicando en nuestro país.
Nosotros creemos que el Estado, que es una estructura política, una estructura jurídica, que regula las relaciones sociales y económicas, si está sometido, como dijo el doctor Frondizi, a la presión financiera de grupos al margen del país, no va a poder tener otra actitud, por más conciencia y buena voluntad que tenga, de servir en definitiva o tener que acatar el interés de esos grupos financieros.
Nosotros no decimos esto, no es un invento nuestro, y creemos que sobre el particular de economía no vamos a inventar nada. Pero no hacemos nada más que repetir una circunstancia histórica, totalmente desnaturalizada. Al pueblo se le pide confianza; sin confianza nada se puede hacer; y el pueblo no tiene confianza. Pero esa desconfianza del pueblo no es una actitud negativa innata de su contextura; es una consecuencia de que hoy se le dijo una cosa y mañana se hace otra totalmente distinta; en que hoy se sanciona una Ley de Asociaciones Profesionales y mañana se interviene a los sindicatos normalizados; en que habla de libertad de expresión y no se puede llevar a cabo absolutamente esa libertad de expresión; que cuando habla por radio un trabajador del matadero, que fue tomado por los tanques (aún cuando es un organismo de regulación nacional) se corta esa radio y no puede decir más esa palabra ese trabajador. Este diálogo, ese diálogo que tanto sostiene el Dr. nosotros lo sostenemos y creemos que con ese diálogo se va a llegar adelante. Y se va a llegar adelante no sólo con el diálogo, porque con el diálogo los trabajadores sólo tenemos expresiones de nuestro momento dramático, pero no tenemos nosotros una facultad como para resolver conjuntamente con los señores empresarios el camino a seguir y determinar cuál es la mejor política de bienestar colectivo y de bienestar nacional.”
“Ahora creemos que la clase trabajadora de acuerdo a su experiencia cotidiana, tiene la capacidad suficiente como para compartir con las empresas la conducción de la economía e incluso, nosotros aseguramos que las mismas serán más eficientes todavía, sin querer decir que las empresas no son lo suficientemente eficientes. Y también es indudable que la no participación de la clase trabajadora realmente, efectivamente, no hablo en términos demagógicos como se la puede haber hecho participar, que en la realidad, evidentemente no ha participado, hubiera evitado muchos de los problemas que se crean. Lógicamente hubiéramos tenido que anular una serie de períodos históricos, partiendo de la premisa de aquella participación previa. Pero en la actualidad, hablamos nosotros, la forma de lograr la superación, la pacificación social, es la que hemos planteado: Participación efectiva de la clase trabajadora.”
“Evidentemente hay una gran discrepancia en cuanto a que el Estado no debe funcionar ni actuar. El Estado no debe “funcionar” cuando defiende los intereses de la clase trabajadora. Eso las fuerzas empresarias, sin discriminación, lo han dicho en multitud de veces. Cuando el Estado, como en este caso, sirve más que todo como organismo de represión, como se ha mostrado, entonces se “apoya” en el Estado. Cuando el Estado hace una función de regulación, cuando interviene en favor de la gran población, entonces no debe “intervenir”.