16 de octubre de 1971 

POR LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS

El 16 de octubre de 1971, la ciudad de La Plata fue sede de una reunión Nacional de la que participaron representantes de sindicatos, partidos políticos, organizaciones populares, profesionales y hombres y mujeres consustanciados con la causa del pueblo. 

LUZ Y FUERZA ESTUVO PRESENTE

El compañero Arnaldo Murúa en el transcurso de la reunión dio lectura a una carta dirigida a esa asamblea popular por el Compañero Secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, AGUSTIN J. TOSCO, desde la Cárcel de Villa Devoto. 

CARTA DEL COMPAÑERO TOSCO 

Cárcel de Villa Devoto (Buenos Aires) octubre de 1971

Tengo el agrado de dirigirme a los señores delegados para agradecer en primer término la invitación que se me hizo llegar a este penal, por intermedio de mis abogados, doctores Hipólito Solari Yrigoyen y Arnaldo Murúa, para que, en alguna medida, participara en esa importante asamblea nacional por los derechos humanos.

Es en función de ellos que trasmito, desde este locutorio de la prisión, mi decidido apoyo a ese evento de ciudadanos argentinos preocupados y dispuestos a denunciar y enfrentar el constante avasallamiento a las más elementales atribuciones individuales y colectivas que se opera a diario en nuestra patria.

Resulta indudable que pocas veces nuestro Pueblo ha debido soportar tal cúmulo de atropellos a sus derechos económicos, políticos, sociales y culturales. En estos últimos cinco años de nefasta y mal llamada Revolución Argentina, ha corrido sangre de trabajadores, estudiantes y militantes populares; miles han ido a dar con sus huesos a la cárcel; muchos han sido vejados, secuestrados o tortura dos; incontables fueron apaleados y gaseados en las calles; y la inmensa mayoría de la clase trabajadora ha sido violentada en su nivel de vida, con periódicas congelaciones de salarios, racionalizaciones, suspensiones y despidos. Los estudiantes, los profesionales, los sacerdotes, la ciudadanía en general, ha sido y es atacada y disminuida en sus derechos.

Desde que se implantó el arbitrario discrecional Estatuto de la Revolución Argentina, que reemplazó ominosa mente a la Constitución Nacional, el país quedó sujeto al autoritarismo de los detentadores del poder y está sometido a una progresiva militarización. Hoy, con la vigencia de la Ley 19.081, se ha consumado la supeditación de todas las formas de defensa, del reclamo, de protesta civil y de ejercicios de derechos constitucionales, a una híbrida combinación represiva de la toga y la espada.

No se trata de hechos, episodios o fenómenos accidentales o aislados, sino de una constante, amplia e intensa violación de los derechos humanos, que no nos alcanza a todos porque no todos son los que luchan —algunos colaboran y participan— pero sí a la absoluta mayoría del Pueblo que, en cualquier tipo de actividad, se ve potencial o efectivamente, agredido o reprimido.

Mientras tanto, continúa la fagocitación del patrimonio nacional por parte del imperialismo, que con la complicidad de los reaccionarios intereses nativos, constituyen la verdadera y principal razón de ser la dramática instancia histórica que padece el Pueblo, para construir su destino, y que se ha convertido en un instrumento de los poderosos para someter el futuro del Pueblo. Todo para impedir que los Argentinos y los Latinoamericanos concretemos efectivamente la liberación nacional y social, que es la urgente demanda que nos plantea la historia, para construir una nueva sociedad sin explotados ni explotado res, sin víctimas ni victimarios, donde realmente el hombre se sienta hermano del hombre.

Por eso creemos que no hay posibilidad de plena vigencia de los derechos humanos en Argentina, sin un profundo cambio del sistema. Un cambio que signifique transformaciones estructurales, de contenido y proyección auténticamente revolucionario.

Un cambio decidido y protagonizado por el Pueblo.

Un cambio basado, fundamentalmente, en el irrestricto ejercicio de la capacidad de decisión y soberanía popular.

Por ese cambio es que luchamos todos. En relación al mismo adquieren significativa repercusión el debate y las resoluciones de esa asamblea nacional.

Es necesario defender, enérgicamente y sin tregua, el supremo valor de los derechos humanos, y accionar y luchar para crear las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales, que permitan efectivamente ejercerlos.

De lo contrario caeríamos en un abstracto humanismo de sensibleras invocaciones y declaraciones, para posibilitar cierta tranquilidad de conciencia.

Para ello también creemos que no debemos confundirnos con la política de relativas concesiones y, menos aún, con la frágiles promesas. Quienes quieren obligarnos a quedarnos en el límite, a encerrarnos en las fronteras del acuerdo, son los mismos que sostienen que todo lo que va más allá de lo tolerado por la Dictadura es peligroso, ilegal, cuando no subversivo.

La plena vigencia de los derechos humanos es, en esta época, la plena vigencia de los derechos del Pueblo. Por él y para él luchamos. Porque somos del Pueblo, defenderemos la condición de seres humanos con dignidad y conciencia de sus derechos y resistiremos la permanente agresión de que somos objeto.

Si también, al mismo tiempo, logramos avanzar en la superación de pequeñas diferencias, de formales contradicciones y oponer la unidad de acción, la unidad en lucha, la coordinación de la capacidad y voluntad combativa de todos los sectores populares, a la política reaccionaria, regresiva y oscurantista, venga de donde viniere, habremos contribuido todavía más positivamente, a acercar el tiempo de la plena vigencia de los derechos humanos en Argentina.

Por último, agradezco de todo corazón que me hayan permitido transmitirles este breve mensaje. Vaya con él mi profundo reconocimiento por la digna y valiente posición de los Delegados a esta Asamblea Nacional por los Derechos Humanos.

AGUSTIN J. TOSCO