13 de Julio de 1969

ELECTRUM Nº 226

 

RESEÑA DEL CORDOBAZO

 La instauración del Estado de Sitio; la intervención a sindicatos; la prisión a disposición del Poder Ejecutivo de cientos y cientos de personas; el injusto castigo de ira disciplinaria, disponiendo la cesantía de numerosos trabajadores, constituyeron una realidad insospechada para nosotros y para el pueblo.

Sin embargo el régimen que se arrogó, sin ningún tipo de mandato, la representación popular; el régimen que usurpó el poder, en lugar de resolver siquiera, los más mínimos problemas del país, instrumentó una política reaccionaria al servicio de los intereses oligárquicos y antinacionales y en contra de todo lo que los argentinos quieren.

Nosotros hemos visto y vivido lo que sucedió en Córdoba. Hemos visto a miles y miles de hombres, mujeres y jóvenes que, sin temer salieron a la calle a gritar su vibrante protesta. Hemos visto verdaderas mareas humanas que reclamaban justicia, libertad y democracia, los hemos visto actuar con valor, decisión y firmeza incomparables... ¿Qué exigía ese Pueblo en lucha?. Exigía respeto a su soberana voluntad; exigía la normalización institucional, para que el Gobierno fuera elegido por decisión de la mayoría de la población, sin persecuciones para con las ideas y doctrinas de ningún argentino. Exigía que se aumentaran los salarios en un 40 %, que era lo que había crecido el costo de la vida. Exigía el respeto al derecho de asociación, reunión y libre expresión. Exigía la defensa del patrimonio nacional, absorbido, cada vez más, por los monopolios extranjeros. Exigía la creación de nuevas fuentes de trabajo, para eliminar la desocupación que trae miseria y desesperación a los hogares. Exigía la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho constitucional de huelga. Exigía la anulación de la política de racionalización en las empresas del Estado y del desconocimiento de derechos contractuales de las empresas privadas. Exigía una Universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país. Exigía la eliminación de las quitas zonales, que reducen las remuneraciones de los obreros por el sólo hecho de vivir en el interior del país. Exigía la restitución del sábado inglés, que disminuyó los salarios en más del 9 % y aumentó la jornada laboral.. Todas estas cosas y muchas más, exigía el pueblo, cansado de peticionar ante los sordos oídos del Gobierno. Cansado de que se prohibieran y disolvieran violentamente sus actos y manifestaciones. Cansado de ser atropellado y escarnecido. Ya el 16 de mayo en Córdoba se cumplió un extraordinario paro general de 24 horas. El 29 y 30 de Mayo se cumplirían otro paro general de 37 horas, con actos públicos, en demanda de soluciones.

Antes de la media hora de marcha, desde las fábricas a la ciudad, las fuerzas represivas ya habían asesinado a un compañero de Mecánicos, y comenzaron a atacar a los trabajadores y estudiantes con saña digna de invasores bárbaros.

Toda la responsabilidad de lo ocurrido cae, inexorablemente, sobre las fuerzas de represión y los Gobiernos Provincial y Nacional, que lo ordenaron. De nada puede culparse al pueblo que salió a defender sus derechos y los defendió con sus tres armas fundamentales: la razón, la verdad y la justicia.

Una de las consecuencias de la represión de la Dictadura, son los trece prisioneros de Rawson; los 11 de Neuquen y los 7 de Córdoba. Todos juzgados y condenados por Consejos de Guerra, en forma injusta y arbitraria, sin una posibilidad adecuada de defensa.

Si bien estamos muy lejos de Córdoba, no podemos sentirnos menos que orgullosos de todos los compañeros de Trelew y Rawson. La inmediata constitución de una Comisión de Solidaridad que visitó la cárcel, en misión fraternal, e hizo llegar importantes provisiones a nuestros presos y que trabaja infatigablemente para solucionar todos los problemas que padecen y que los visita todos los días Domingos, ha demostrado que la unidad, el compañerismo y la solidaridad son virtudes imprescindibles de la clase trabajadora. Por más que existan dirigentes claudicantes, conciliadores y participacionistas.

Cárcel de Rawson

13/julio/1969